1941

Al observar un aparador de antigüedades en la Calle de Palma, es abordada por el Ingeniero Fernando Palacios y le propone hacer cine.

Gabriel Figueroa le realiza las primeras pruebas de fotogenia en formato de 35 mm.

Recibe la propuesta de llamarse artísticamente Diana del Mar o Marcia Maris, las cuales rechaza categóricamente.

Se integra un equipo de trabajo dirigido por Fernando Palacios para apoyar su debut cinematográfico con clases de actuación, dicción y baile. El diseño de imagen y vestuario corre a cargo de Armando Valdés Peza.

Su primera aparición pública es en el baile Blanco y Negro del Country Club de la Ciudad de México.

Ernesto Alonso, también debutante en el medio, la acompaña en sus incursiones cinematográficas.

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1942

Su carrera cinematográfica inicia con la filmación de El Peñón de las Ánimas en la interpretación de María Ángela Valdivia.

La rivalidad y humillaciones entre los protagonistas están presentes a lo largo de dicho trabajo. El desencuentro con Jorge Negrete culmina diez años después en la llamada boda del siglo.

Durante el rodaje conoce a Raúl Prado, integrante del Trío Calaveras, con quien la prensa la relaciona sentimentalmente; siempre negaría el promovido matrimonio.

Su debut implica la ruptura familiar debido a la inconformidad de su padre.

Filma su segunda película María Eugenia y se encuentra con el arquetipo que define muchos de sus roles en la pantalla: el de una mujer sin escrúpulos orientada al ascenso económico y social.

Filma la única imagen en el que se aprecia su anatomía en traje de baño; se vuelve fenómeno de censura y de culto por parte de sus admiradores.

Viaja a la ciudad de Los Ángeles, California para conocer el mundo cinematográfico que jamás le interesó profesionalmente. Coincide con Greta Garbo.

1943

La circunstancia propicia la conduce al encuentro con el papel que impulsa su trayectoria profesional y trasciende día a día durante su vida: Doña Bárbara.

La Bárbara de Rómulo Gallegos cohabita para siempre con la Doña como se le conoce desde entonces. Realidad y ficción se hacen una erigiendo en María la personalidad que sorprende al mundo invadido con su presencia.

El éxito Doña Bárbara no se hace esperar. Las fronteras latinoamericanas sucumben ante su fuerza interpretativa.

Por agradecimiento a Fernando Palacios en rol de Director, filma la China Poblana. Nunca está orgullosa del resultado de la película, la considera su “pecado de principiante”. El 24 de marzo de 1982 se pierden las copias existentes en el incendio de la Cineteca Nacional.

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Durante la filmación de La Mujer sin Alma, por primera ocasión, la pantalla le ve cantar interpretando el tema Tuya, bajo una voz doblada.

Empieza a consolidar su imagen como devoradora de hombres y la estrella fílmica mexicana con mayor personalidad.

En el estreno de Doña Bárbara Tito Novaro la presenta formalmente con Agustín Lara. Durante las semanas de cortejo frecuentan el Ciro´s, Salón México, Leda y el Esmirna.

Inicia su relación con Lara quien le regalará su primera canción: Saca los nardos, morena. Al poco tiempo se muda a una residencia en Galileo 37 y es agasajada por el músico poeta con composiciones, pieles y alhajas.

1944

Filma La Monja Alférez, en la que el público tiene oportunidad de verla vestida de un mosquetero llamado Don Alonso y portando hábitos en el papel de Catalina Erauso.

Bajo una pretensión internacionalista, protagoniza Amok, basada en la obra del escritor austriaco Stefan Zweig. Nuevamente un doble papel, con la salvedad de su imagen virada al rubio; un desafortunado recurso en la memoria visual de la actriz.

Los cabarets y los toros son frecuente escenario donde se ve acompañada de Agustín Lara.

Con el apoyo de Lara, recupera a su hijo Quique mediante un supuesto secuestro.

1945

Protagonista de cine culto. El director Julio Bracho busca hacer un cine de erudición. Los diálogos de El Monje Blanco son trabajados con la teatralidad del verso de Eduardo Marquina y Javier Villaurrutia, lo que le exige capacidad de memoria y una dicción que supere todo antecedente de tartamudez.

Para el momento en que Antonio Momplet filma Vértigo, es una estrella capaz de dirigir a sus directores, establecer alianzas con periodistas y cosechar elogios de la crítica cinematográfica.

El éxito y celebridad le permite posicionarse en la cúspide de la nómina frente a cualquier actor nacional y el público tributa su trabajo.

Destaca en la prensa el interés que suscita la vida de la mujer y el olvido que se tiene generalmente por la actriz.

24 de diciembre, se casa en su domicilio de Polanco con Agustín Lara.

Durante su luna de miel en el hotel Papagayos de Acapulco, Lara le obsequia el himno eterno: María Bonita.

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1946

A la lista de sus roles de destructora de hombres, se suma La Devoradora, Diana de Arellano, personaje con el cual capitaliza él éxito, sirviendo al mito ya establecido de una mujer deslumbrantemente perversa en la que pervive la Doña.

La percepción del público indica que parece ser ella misma en cada actuación.

El espacio mimético entre realidad y ficción es cada vez más estrecho, a lo que se suma una crítica especializada en la que se marca una ruta: Doña Bárbara viene a ser una devoradora sin alma. La mujer sin alma, una Doña devoradora y la Devoradora, una Doña desalmada.

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En la película La Mujer de todos participa brevemente Ernesto Alonso en el papel de un amante suicida. Ataviada en un icónico vestido, la actriz, desarrolla una secuencia destacada para la historia del cine nacional al retratar la frialdad y despotismo del personaje.

ERNESTO:       Mi padre lo sabe todo y estoy perdido. ¡No sé qué hacer!

MARÍA:             Volver a tu casa y pedir perdón.

ERNESTO:       No sé pedir perdón.

MARÍA:              Aprende.

ERNESTO:         ¿Y nuestro amor?  María, apenas puedo creer que vienes   a esta cena.

MARÍA:             Aprende a olvidar también.

ERNESTO:        ¿Es todo lo que tienes que decirme?

MARÍA:         ¿Y qué otra cosa podría decirte?

ERNESTO:       Una palabra que me ayude a vivir.

MARÍA:             Olvídame.

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Inicia con Enamorada una especie de género nacionalista poético en su trayectoria, el cual, le permiten el reconocimiento de la Academia Mexicana y la obtención de premios internacionales. La película es considerada una de las más bellas del cine nacional por la fotografía de Gabriel Figueroa, la frescura de la historia y la interpretación de la dupla pasional con Pedro Armendáriz.

El escritor adapta el guión y le hace un gran regalo a su carrera; la serenata de La Malagueña donde se aprecia un largo Close Up de sus ojos con intercortes a Pedro. Un especial encuadre por parte de Figueroa, el cual, diversos fotógrafos en la historia de cine han tratado de igualar sin conseguirlo.

Con el largometraje recibe su primer Ariel por su actuación estelar. Su ascenso profesional se acompañará a partir de este momento de la dirección de consagrados como Emilio, el Indio Fernández.

Al apelativo de La Doña se suma el de María Bonita.

Conoce al político y empresario Jorge Pasquel quien le obsequia costosas alhajas y se le relaciona sentimentalmente.

Establece relaciones comerciales con las principales casas de alta costura europeas importando su guardarropa vía Nueva York.

La pasión por objetos antiguos la hace una incipiente conocedora de antigüedades, algo que se convertirá en obsesión años después.

1947

Paulatinamente el trabajo actoral le brinda el reconocimiento internacional y la posibilidad de trabajar con directores de la talla Luis Buñuel, Luis Saslavsky y Jean Renoir, entre otros.

En Que Dios me perdone, vuelve al ámbito artificial e internacional que el nacionalismo poético la somete producto de la Segunda Guerra Mundial.

A cinco años de su debut, su pluralidad interpretativa pendula entre las temáticas mexicanas y el mundo exterior. Así, se aprecia el paso de La diosa arrodilla a Río Escondido, de Que Dios me perdone a Maclovia, de Los héroes están fatigados a La Escondida, elecciones derivadas de la firma de contratos de exclusividad y compromisos pactados para años subsecuentes.

Se separa de Agustín Lara. Con recursos propios compra una casa en la calle Aristóteles, Polanco.

Decide proporcionarle a su hijo una educación en academias militares en Canadá y Estados Unidos.

Inicia una relación profesional y amistosa con el productor español Cesáreo González.

1948

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La película Río Escondido le merece un segundo reconocimiento por parte de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias al otorgarle el Ariel por la mejor actuación del año por el papel de Rosaura Salazar.

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Conoce a Diego Rivera al posar para él con un niño en brazos para el retrato Madre mexicana. El pintor le obsequia el trazo al carbón el cual conservó toda la vida, así como su cercana amistad.

Maclovia obtiene el éxito internacional del que carece en México. Durante la filamación en el lago de Janitzio es agasajada por Jorge Pasquel desde la Ciudad de México, quien envía aviones privados con hielo para refrescarla en el set.

Agustín Lara le dispara en un arranque de celos con lo que termina finalmente su relación.

La película Doña Diabla muestra una faceta más de la devoradora de hombres; una Ángela sin escrúpulos que a su carrera ascendente de maldad corresponde en proporción su desplome moral.

Al término de sus compromisos nacionales viaja a Europa en busca de una carrera internacional. Su primera oportunidad viene con Marenostrum película basada en la novela homónima del escritor español Vicente Blasco Ibáñez.

Se consolida como una estrella internacional y convive con la aristocracia del talento artístico e intelectual en España, Francia e Italia.

La prensa madrileña la relaciona sentimentalmente con el torero Luis Miguel Dominguín.

Llega a España con un séquito: peinadora, maquillista, secretaria, costurera y su modisto, al cual se uniría el guionista Luis G. Basurto, y un caudal de maletas memorable.

Se instala en Madrid en el Hotel Ritz y posteriormente se muda al Palace.

Agustín Lara le dedica el chotis Madrid, una carta de amor desde la distancia.

1949

El éxito como mujer fatal logrado en la pantalla mexicana tiene continuidad en el Viejo Continente en la película Una Mujer Cualquiera.

El público que la entroniza sucumbe a la tradición dictada por las buenas costumbres y en fenómeno catártico se escuda en la doble moral del odio y la absoluta admiración.

En España se permite imponer cambios en los guiones de sus películas para darle más brillo a los personajes a lo que se suma el apoyo incondicional del productor, admirador y amigo, Cesáreo González y la sublevación estética de su incondicional vestuarista, Armando Valdés Peza, quien posibilita a la estrella lucir trajes y sombreros despampanantes.

Mientras la prensa española la acoge con esmero y dedicación, la nacional la hace blanco predilecto para la crítica. Su trabajo profesional se ve denostado constantemente a partir de la calumnia y la nota barata la califica de asesina, oportunista y mala mujer reflejando la naturaleza de sus siniestros personajes a la vida misma.

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Su cotidianidad se ve colmada de la élite intelectual, así sus detractores hallan en las voces de Diego Rivera, Efraín Huerta y Renato Leduc a sus defensores de oficio.

Se ve involucrada en un escándalo a raíz de la muerte de Rebeca Uribe, su asistente  personal.

Recibe un segundo Ariel a la Mejor Actuación Estelar Femenina por Río Escondido.

Causa conmoción un retrato pintado por Diego Rivera en el que se insinúa su desnudo.

26 de octubre, primera visita a Cuba donde se le entregan las Llaves de la Ciudad siendo nombrada Huésped de Honor. Causa tumultos doquiera que aparece en La Habana.

1950

Su efigie es inmortalizada por medio de una escultura, bajo el nombre de La Noche del Sábado. Halla en los cinceles europeos el pretexto para una trama llena de esplendor estético, fastuosidad, aristocracia y pleitesía. Mito y realidad se fundieron y la voz de Imperia pareciera ser la suya:

 

Para realizar algo grande en la vida hay que destruir la realidad; apartar sus fantasmas que nos cierran el paso; seguir, como única realidad, el camino de nuestros sueños hacia lo ideal, donde vuelan las almas en su noche del sábado, unas hacia el mal, para perderse en él como espíritus de las tinieblas; otras hacia el bien, para vivir eternamente como  espíritus de luz y de amor.”

Conoce al Rey Faruk de Egipto, la corteja y le ofrece una tiara perteneciente a Nefertiti.

Recibe un tercer premio Ariel por su actuación en Doña Diabla.